Castillo de Sant'Angelo
Alejandro VI, que acometió varias reformas, lo usó como prisión y como refugio personal.
Esta imponente fortaleza tiene su origen en el mausoleo que el emperador Adriano se hizo construir para él y su familia en el año 135. En el año 403 se transformó en un edificio militar dentro de la muralla Aureliana.
Durante la epidemia de peste que devastó la ciudad en el año 590, el papa Gregorio I tuvo una visión del arcángel San Miguel sobre la cima del castillo, anunciando el fin de la epidemia. Su figura corona y da nombre a la construcción que ha pervivido hasta nuestros días.
En 1277 se construyó un corredor fortificado de 800 metros que conectaba el castillo con el Vaticano y permitía el refugio de los papas en la fortaleza en caso de asedio o peligro.
El castillo está dividido en cinco plantas a las que se accede a través de una rampa en espiral. Las plantas superiores mantienen diferentes estancias que funcionaron como residencia, decoradas con frescos renacentistas.
En la planta superior hay una gran terraza desde la que se podía vigilar toda la ciudad.
En la planta baja hay un extenso lapidario de Alejandro VI, papa que acometió diversas mejoras en el conjunto defensivo, construyendo los cuatro baluartes pentagonales y el foso. El papa embelleció el castillo con jardines y fuentes (el patio de Alejandro VI, con un pozo decorado con el escudo de los Borgia), y ordenó la instalación de un nuevo apartamento, pintado al fresco por Pinturicchio.
El propio Alejandro VI uso la función defensiva del castillo en 1494 para refugiarse durante la invasión de Roma por parte de las tropas de Carlos VIII de Francia, y César Borgia se recluyó en el recinto varias veces tras la muerte de su padre para salvaguardar a la familia de las iras de sus enemigos.
La historia del castillo está repleta de ilustres prisioneros y prisioneras, un buen número de los cuales no salió con vida. Catalina Sforza, el secretario de Alejandro VI, Bartolomeo Flores, el arzobispo de Calahorra, miembros de la familia Caetani, Astorre Manfredi o el cardenal Orsini, que murió envenenado, fueron encerrados por orden directa de los Borgia.