Ferrara - Itinerario de Italia -
Lucrecia Borgia se encontró con una de las primeras ciudades modernas del Renacimiento, con una corte culta y lujosa.
La expansión del cristianismo en el siglo IV tras el edicto de Milán produjo la proliferación de monasterios benedictinos, uno de los cuales se instaló en los aledaños del río Po. Los papas fueron incorporando a sus dominios territorios del imperio carolingio entre los que formaron parte los de Ferrara.
La incapacidad de controlar espacios tan vastos provocó, a partir del siglo XIV la escisión de Ferrara. La familia de los Este, encarnada en la figura de Alberto de Este (1347 – 1393) se hizo con la posesión del territorio e inició una política de pactos con los reinos de Francia y de Nápoles, que le permitieron mantener la hegemonía.
Hércules I (1431 – 1505), casado con Leonor de Aragón, hija del rey Fernando I de Nápoles, acuerda el matrimonio de su hijo Alfonso con la hija del papa Alejandro VI, Lucrecia, que le ofrece una estabilidad con la Santa Sede y con las fronteras del sur.
La ciudad, protegida por una muralla de más de nueve kilómetros y once baluartes, disponía de doce puertas de acceso y estaba defendida por una potente artillería. A finales del siglo XV, el duque Hércules ordenó triplicar el circuito de la antigua Ferrara y el arquitecto Biagio Rossetti diseñó este nuevo espacio, conocido como Adición Hercúlea, dotado de anchas y rectas calles, amplias plazas y suntuosos edificios, rodeados de parques, huertos y jardines, siendo en pleno Renacimiento la primera ciudad moderna de Europa.
A principios del siglo XVI la Corte de Ferrara tenía un carácter feudal y militar, ya que el linaje de los Este se había curtido en constantes y múltiples enfrentamientos bélicos. A medida que la riqueza fue entrando, la población y la nobleza fueron aficionándose al fasto y al lujo, con la imparable incorporación de las artes y las letras.
Las mujeres, además, jugaban un papel predominante, interviniendo en los juegos, los torneos, las cacerías, los bailes y los espectáculos, atemperando el espíritu militarizado de los varones del territorio. Con Leonor de Aragón, duquesa de Ferrara (1450-1493), se empieza a difundir la afición por la lengua y literatura españolas, que se acrecienta en tiempo de Lucrecia Borgia.
La entrada de Lucrecia Borgia en Ferrara, el 2 de febrero de 1502, y su boda con Alfonso de Este, provocó una catarata de actos y festejos que le hizo olvidar muy pronto los lujos que había dejado en Roma. En 1505, tras el fallecimiento de Hércules I, su hijo Alfonso le sucede y Lucrecia se convierte en duquesa de Ferrara.
Sus sucesores Hércules II y Alfonso II siguieron las líneas generales ya establecidas, pero el esplendor de los Este acabó tras la ausencia de sucesores legítimos y, en 1598, el ducado de Ferrara volvió a manos de la Iglesia.