César Borgia y Viana
Las circunstancias de su muerte han sido objeto de innumerables hipótesis a lo largo de la historia.
La noche del 12 de marzo de 1507, en medio de una gran tormenta, César Borgia, capitán general de los ejércitos navarros, ordenó retirar los centinelas que vigilaban los accesos a Viana, circunstancia que aprovecho el conde de Lerín para auxiliar con víveres a sus partidarios, entre ellos su hijo, que defendían el castillo vianés.
Al percibirse de la situación, César salió precipitadamente por la puerta de la Solana para perseguir a los ayudantes del conde. De forma inexplicable, César no se percató de que su guardia no lo estaba cubriendo y quedó a merced de tres soldados, Garcés de Ágreda, Pedro de Allo y Jimeno Garcés, que le tendieron una emboscada en el paraje de la Barranca Salada.
El terreno embarrado le entorpeció los movimientos y una lanzada fatídica provocó su muerte. Sus restos habían sido desposados de vestido y armaduras cuando fueron descubiertos por sus soldados.
Las circunstancias de su muerte han sido objeto de innumerables hipótesis a lo largo de la historia. Unos han hablado de error táctico inexplicable en una personalidad de tanta experiencia militar. Otros han dejado caer el interés de César por encontrar la muerte, agotado de luchar contra la sífilis que le consumía desde hacía tiempo. Otros de traición por parte de los suyos.
Su cuerpo fue enterrado en la iglesia de Santa María con grandes honores al ser cuñado de Juan de Albret, rey de Navarra, y sus restos tendrían un controvertido itinerario hasta quedar depositados en el exterior de la iglesia, donde actualmente se encuentran.