San Francisco de Borja

San Francisco de Borja
San Francisco de Borja

Su vida de humildad y las grandezas a las que había renunciado causaron admiración en la época.

Francisco de Borja y Aragón nace en Gandía (Valencia) el 28 de octubre de 1510, fruto de la unión entre Juan de Borja, tercer duque de Gandía, y de Juana de Aragón. Su vida ya viene marcada por los linajes de los que desciende. Por rama paterna el de los papas Borgia y, por rama materna, el de Fernando el Católico.

La temprana muerte de su madre influirá en el proceso espiritual que le acompañará toda vida.

Tras un primer periodo de formación en Zaragoza es enviado con sólo 12 años a Tordesillas como paje de la infanta Catalina, la hija menor de Juana la Loca, que está recluida junto a su madre. Allí permanece desde 1522 a 1526, para regresar a Zaragoza y completar sus estudios.

En 1528 parte para la corte de Carlos V. Francisco tiene diecisiete años. Un año más tarde se casa con Leonor de Castro, una de las  damas de compañía de la emperatriz Isabel. Tras la boda es nombrado marqués de Llombay y Caballerizo Mayor de la emperatriz. Leonor, por su parte, es nombrada Camarera Mayor. El matrimonio Borja se convierte en la sombra de la emperatriz Isabel. En la corte de Toledo, Francisco estrecha la relación con Carlos V, con el que forjará una estrecha amistad.

El 1 de mayo de 1539 muere la emperatriz. Carlos V queda abatido y Francisco es el encargado de trasladar sus restos a Granada. El cortejo fúnebre tarda 16 días en llegar a la ciudad. El hedor que despide el féretro y la imagen desfigurada de la adorada Isabel  producen un gran impacto emocional y espiritual en Francisco.

Al poco tiempo, Carlos V lo nombra virrey de Cataluña, recompensando los diez años al servicio de la Corona.

El 8 de enero de 1543, muere su padre y Francisco renuncia al virreinato para convertirse en el IV duque de Gandía.

Su mujer fallece en 1546 y Francisco, que ya tiene contacto con la compañía de Jesús desde la época del virreinato, intensifica su vida espiritual. Ese mismo año efectúa los votos de la compañía con nombre cifrado para mantener en secreto su identidad. Ignacio de Loyola ha aconsejado que no divulgue su propósito, pues "el mundo no tiene orejas para oír tal estruendo".

Tras obtener el grado de Teología en 1550, llega el momento de hacer pública su decisión. Con 39 años abandona su tierra y su familia el 31 de agosto y parte para Roma.

Su llegada a la ciudad provoca gran expectación. Los cardenales y el mismo papa le ofrecen alojamiento, pero el duque quiere estar con Ignacio de Loyola.

La noticia de su regreso a España corre como la pólvora. Borja se instala en Azpeitia (Guipúzcoa) y acepta todas las pruebas de humildad que le imponen, entre éstas las de ayudante del cocinero. La transformación espiritual va acompañada de una transformación física. Se rasura la cabeza y la barba y toma el hábito clerical el 26 de mayo de 1551.

Juana de Austria, hija de Carlos V, viuda del heredero de la corona de Portugal, llama a Francisco a Tordesillas. La joven, de apenas 20 años, queda cautivada y hace los votos de la compañía en secreto, con el nombre en clave de Mateo Sánchez.

En 1554 es nombrado comisario general de la Compañía en España y Portugal. El duque que se ha hecho sacerdote empieza a convertirse en la sensación de la época y todos quieren verlo predicar, desde los más pobres hasta los más nobles. Gracias a la labor de Francisco, la compañía experimenta una notable expansión.

Carlos V, ya retirado en Yuste, le pide que asista espiritualmente a su madre, la reina Juana, recluida en Tordesillas, a la que acompaña en sus últimos momentos.

La noticia del fallecimiento de Ignacio de Loyola, el 31 de julio de 1556, le provoca “soledad y desconsuelo”.  Ya en esa época, la Compañía de Jesús empieza a tener poderosos enemigos que ponen en entredicho su labor en España.

Tras la muerte de Carlos V (1558) Felipe II regresa a España como rey y Francisco percibe los recelos del monarca hacia los jesuitas. Sin la protección de su antiguo mentor  los enemigos de Borja preparan el asalto hacia su persona.

El 21 de mayo de 1559 se celebra, en la plaza Mayor de Valladolid, el auto de fe, presidido por Juana de Austria. La intervención del padre Francisco salva de la muerte a Ana Enríquez, cuñada de su hija.  A los pocos meses, la Inquisición publica un catálogo de libros prohibidos, entre los que aparece una obra atribuida a Francisco de Borja. Los jesuitas y sus amigos de la corte tratan de defenderlo sin éxito. Felipe II se lava las manos y la Inquisición sigue adelante con su procedimiento.

Para disgusto del monarca español, Francisco acepta una invitación del cardenal infante Enrique de Portugal y se traslada al país vecino, alejando su posible encarcelación.

Durante casi tres años Borja permanece en Portugal hasta que el papa Pío IV solicita su presencia en Roma, donde es nombrado asistente general de la Compañía.

Tras la muerte del segundo general de la Compañía, Francisco de Borja es elegido nuevo General de los jesuitas el 2 de julio de 1565. Tiene 54 años de edad y una salud muy desgastada. Como responsable de la Compañía, completa la edición de las reglas y la construcción en Roma de la casa e iglesia de san Andrés en el Quirinal.

En 1571, una misión diplomática lo lleva a las cortes de España, Portugal y Francia. Este largo viaje se convertirá en la agonía de un Francisco de Borja cargado de enfermedades. Tras un penoso y accidentado regreso, acabará falleciendo en Roma el 30 de septiembre de 1572.

Un siglo más tarde, Francisco de Borja es canonizado en 1671, por el papa Clemente X. 

Su onomástica se celebra el 3 de octubre.

 

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